4 días en los alrededores de Oporto

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Por: Amalia Blanco

Hace meses escribí un post sobre una escapada a Oporto y os dije que escribiría otro sobre los alrededores.

Adoro Portugal.

Me encanta el sur con las maravillosas playas del Algarve; Lisboa con Sintra, Cascais, Estoril; la región del Alentejo; el centro con sitios tan preciosos como Obidos, Nazaré y Coimbra; el norte con un Oporto decadente y las playas de la Costa Verde o ciudades como Braga, Guimaraes, Coimbra o Aveiro.

Y no quiero olvidar las islas: tanto Madeira como Azores deben ser sitios maravillosos que me muero por conocer.

Como ya os contaba en el post anterior, hicimos un viaje a Oporto de 6 días para conocer la ciudad y el Valle del Douro.

Al llegar, nos alquilamos un coche y, además de los 2 días que estuvimos en Oporto, dedicamos 4 días a recorrer los alrededores. El primer día visitamos Barcelos, Braga y Guimaraes; el segundo Costa Nova y Aveiro y por último nos fuimos a pasar un par de días a un maravilloso hotel en el Valle del Douro.

Barcelos es una pequeña población famosa por su gallo, símbolo de Portugal y que reconozco nunca he tenido la tentación de llevarme de recuerdo.

Este gallo rememora una leyenda, que es casi idéntica a la de los pollos asados de nuestro Santo Domingo de la Calzada (La Rioja): la leyenda habla de un joven peregrino que es acusado falsamente de un robo. Se le condena a morir en la horca, pero el Apóstol Santiago le sostiene para que la cuerda no le ahogue. Cuando se lo cuentan al Juez, se burla y dice que está tan vivo como los pollos asados que se va a comer; entonces las aves se levantan de la fuente y se ponen a cantar.

En Barcelos se producen miles de gallos al año y no solo gallos; es ahora la capital de la cerámica decorativa y de la artesanía portuguesa.

Desde ahí nos fuimos hasta Braga (23 km).

Hay quién la considera la pequeña Roma lusa. La antigua Bracara Augusta fue fundada por los romanos hace más de 2000 años, aunque no queda apenas rastro de su pasado romano.

Hoy es la sede metropolitana de la Iglesia portuguesa y está llena de edificios religiosos. Además fuera del centro urbano merece la pena ir a conocer el célebre santuario del Bom Jesus.

Tiene un centro urbano con muchas calles peatonales que se recorre en un par de horas. Nosotros elegimos para el recorrido seguir la rua do Souto, que es donde se encuentran los imprescindible: el Palacio Episcopal, la Catedral, y una maravillosa placita donde encontramos la capilla de Sao Joao do Souto, la Capilla de los Coimbra y una bonita mansión que pertenecía también a los Coimbra.

La catedral es la más antigua del país y ordenaron su construcción en el s. XII los padres del primer rey de Portugal, Don Enrique y Doña Teresa, que allí tienen sus tumbas.

La primera construcción era románica, aunque queda poco de esta primera construcción. Con posterioridad se incluyeron elementos góticos y barrocos.

Si no tienes mucho tiempo, mis imprescindibles son una visita tranquila a la catedral y una visita (es rápida) a la Capilla de los Coimbra. Y pasear por la bonita y animada ciudad.

Y ya a las afueras hacer una excusión al santuario del Bom Jesus do Monte (siglo XIX) y su célebre escalinata desde la que tendrás bonitas vistas de la ciudad.

Y desde Braga nos fuimos a Guimaraes (25 km).

Es una ciudad preciosa y muy importante en la historia de Portugal y que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2001.

En la parte alta de la ciudad está el cogollo artístico imprescindible: el castillo, la iglesia de San Miguel y el Palacio Ducal. Cuidado con los horarios porque los principales atractivos turísticos cierran entre 5 y 6 de la tarde. En el castillo nació Afonso Henriques Y en la Iglesia de San Miguel do Castelo se conserva la pila bautismal donde, según cuenta la tradición, fue bautizado.

Pero a mi lo que más me gustó de todo fue el Palacio Ducal, inspirado en los castillos del Loira; con muros altísimos, un claustro gótico, chimeneas de ladrillo sobre los tejados, precioso mobiliario y techos labrados es una visita imprescindible.

Y desde esa zona, bajad caminando para disfrutar del casco antiguo, de sus plazas, de sus mansiones solariegas y no os perdáis la Casa do Arco y la Iglesia de Nuestra Señora de Oliveira.

Como os decía, nuestro segundo día lo dedicamos a Costa Nova y Aveiro.

Aveiro me parece una de las ciudades más bonitas de Portugal.

Siempre ha estado al borde del agua; antes a la orilla del mar y ahora al borde de una amplia ría. Merece la pena subir a una de las barcas típicas de Aveiro, los moliceiros, y recorrer sus canales admirando las bonitas casas señoriales del Canal Central.

Me encantó pasear por toda la zona enmarcada por los canales, su barrio de pescadores.

Desde el puente de la plaza Humberto Delgado hay una vista preciosa sobre los canales; y si os coincide al atardecer es insuperable.

A 3 kilómetros de Aveiro está Costa Nova y sus famosísimas casas con rayas de colores. Tiene un animado mercado  de pescado y marisco, una bonita playa, y un restaurante, Dori, que os aconsejo fervientemente.

Y por último dedicamos un par de días al Valle del Douro, que también fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2021.

Hicimos base  en un hotel a la altura de Pinhao: el maravilloso Hotel Six Senses, al que dedicamos bastante tiempo,.

Fueron dos días de relax con un paseo encantador en barco y recorriendo viñedos y miradores desde donde disfrutamos de maravillosas vistas del río. Es la ventaja de ir en coche.

Visitar bodegas (incluso con comida privada en alguna de ellas), excursiones en 4×4, pueblos que merecen la pena (Trancoso y Viseu si vas desde España; Provesende; Pinhao; Lamego) hay muchas actividades que se pueden realizar y que os harán enamoraros de esta región menos conocida de Portugal.

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