Vietnam, paraíso al que volveré

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Por: Ines Blanco

 

No podría decir qué es lo que más me cautivó de este maravilloso país. Desde luego, no vi un paisaje cualquiera: el verde arrollador de las terrazas de arroz, las maravillosas islas de Halong Bay, el ritmo frenético de Hanoi, su deliciosa comida, su encantadora gente… Todo invitaba a volver a Vietnam, todo invita a quedarse…

Únicamente estuvimos cinco días y aunque fuera poco tiempo, lo aprovechamos al máximo.

 

Descubriendo a su gente

Nuestra aventura empezó en el aeropuerto, mientras yo esperaba a mi amiga a que su avión aterrizara. Unas niñas adorables se acercaron a mí y mantuvimos una conversación de lo más agradable.

Me contaron que cada día al salir del colegio, venían al aeropuerto para aprender inglés. Sus clases consistían en acercarse a los turistas y mantener una conversación sobre de dónde venían, como era su país de origen y poco a poco se iban soltando para aprender el idioma.

Esta primera impresión ya me explicaba un poco de su gente: personas humildes, amables, trabajadoras y luchadoras.

 

El viaje a Sapa

Cuando aterrizó mi amiga en Hanoi, nos trasladaron para tomar el tren con dirección Sapa Lao Cai. Fuimos por la compañía Vietnam Railways, en primera clase y lo recomiendo bastante.

Llegamos a Sapa de madrugada donde nos esperaba una mujer encantadora, auténtica aldeana de Vietnam. Ella fue nuestra fantástica guía durante nuestros dos días en Sapa.

 

Trekking en el valle Muong Hua

Tuvimos tiempo para descansar y asearnos y a eso de las 8.00h nos recogió para hacer un suave trekking hacia el sur a través del valle Muong Hua.

No se puede explicar con palabras lo bonito que era ese paisaje. Increíbles e infinitas terrazas de arroces verdes nos rodeaban, mirases donde mirases.

Después de caminar unos 4km aproximadamente, llegamos a Ta Van. Allí se localiza la minoría étnica Dzay donde tuvimos la suerte de poder comer con la gente local y disfrutar de la naturaleza que nos rodeaba.

Nos enseñaron productos hechos por ellos, de telas preciosas y aprovechamos para comprar un par de monederos “made in Vietnam”.

De vuelta a Sapa tuvimos tiempo para descansar, visitar un poco el pequeño pueblo y hacer algunas compras. En Sapa existen tiendas “fake” (imitaciones) donde puedes comprar productos de buena calidad

 

 

Trekking por las aldeas de Ma tra

Al día siguiente, después de un generoso desayuno por parte del hotel, iniciamos un trekking de 9km a través de un bosque increíble por las aldeas de Ma tra.

Hicimos una parada para almorzar a modo de picnic y finalmente llegamos a la aldea de Ta Phin, donde pudimos conocer un poco más sobre el estilo de la vida local y disfrutar de unos paisajes de película.

Junto con los paisajes, nos sentimos cautivadas por la humildad con la que viven los aldeanos, con la servicialidad y la sonrisa permanente todo el rato que estuvimos con ellos. Fue maravilloso conocerlos.

Regresamos a Sapa poco después para recoger nuestras cosas dirigirnos a Hanoi, lugar de paso para ir a la Bahía de Halong Bay.

 

 

 

Por la Bahia de Halong

Los dos siguientes días los pasamos en un crucero por la Bahía, declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. ¡y no me extraña! Es única.

El guía que tuvimos para entonces se trataba de un chico joven, muy gracioso, que hizo todo lo posible para que estuvieramos a gusto.

Embarcamos en el crucero, el personal de a bordo nos recibió con una bebida de bienvenida justo antes de acomodarnos en la cabina. La habitación era perfecta, teníamos la sensación de estar en un hotel de lujo, con unos ventanales con vistas a la Bahía.

El almuerzo, como una celebración, a base de marisco a bordo del crucero mientras disfrutábamos de un impresionante paisaje de cientos de islotes de piedra caliza.

Por la tarde, en la zona de Luom Bo, el barco se detuvo para que pudiéramos salir a descubrir la zona en kayak y darnos un chapuzón en las aguas color turquesa.

 

A la vuelta nos tomamos unas cervecitas en la cubierta superior (fue un momentazo) y, después de cenar, los más curiosos pudieron pescar calamares. Sinceramente, yo me dediqué a mirar y charlar con nuestros acompañantes de travesía.

Tengo que decir que tuvimos mucha suerte con el grupo del crucero. Había gente de todas las edades, de todos los países (sobre todo europeos) y todos muy simpáticos.

Al día siguiente, después del desayuno, visitamos la cueva de Sung Sot, conocida como Cueva Sorpresa, se trata de la cueva más grande de la Bahía. Aunque estaba repleto de turistas, ésta nos ofrecía una panorámica preciosa de la Bahía de Halong Bay que hacía que la visita mereciera la pena.

Al volver al barco, tuvimos tiempo para estar en cubierta, tomarnos otra cervecita… y poner rumbo a Hanoi.

 

Paseando por Hanoi

Por fin podremos visitar la capital vietnamita tranquilamente. Es una ciudad viva, llena de gente, caótica por la manera en que conducen e invaden las motos las aceras, pero que tiene mucho encanto, sobre todo su barrio antiguo. Precioso.

Nos perdimos por las callejuelas de Old Quarter y acabamos cenando en una calle Ma May, calle llena de bares y ambiente, que nos lo recomendó nuestro guía, una comida típica vietnamita, deliciosa.

Al día siguiente era nuestro último día. Visitamos antes de irnos el conocido lago Haan Kiem, uno de los lugares más populares de Hanoi.

Tomamos el típico café de huevo vietnamita en Dinh Cafe, un lugar muy auténtico ya que sigue manteniendo la esencia de sus inicios. Es un bar antiguo, en el centro de la capital, en una primera planta y recomiendo muchísimo que vayáis. No solo porque el café de huevo es delicioso, sino también porque el bar es auténtico.

 

Con ganas de descubrir más de Vietnam

A los que nos gusta la naturaleza, Vietnam es un país maravilloso.

Nos quedamos con las ganas de quedarnos más tiempo en cada lado y aprovechar para ver más rincones del país.

Nos quedamos con ganas de ir hacia el sur, descubrir la autenticidad del centro y el mágico Delta del Mekong

Nos quedamos con ganas…, pero también con una excusa para volver…. VOLVERÉ SEGURO.

 

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