Mi viaje al mágico Perú Inca

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POR: MERCEDES ANGULO INFANTE, colaboradora de Mi Mundo Travel Planner

 

NUESTRA LLEGADA

Después de un maravilloso viaje en un avión de IBERIA A340- 600, y digo estupendo, porque los aviones actuales entre los servicios, y la pantalla individual, resultan entretenidos a pesar de las 12 h de vuelo.

Al llegar a Lima, salieron las maletas rápido y sin problema. Elegimos quedarnos en un hotel Costa del Sol, en el mismo aeropuerto, ya que al día siguiente salíamos temprano para Cuzco y el tráfico en Lima no es fácil. Eso fue un acierto sin duda.

RODEADO ENTRE MONTAÑAS

La facturación de los vuelos interiores en Lima es lenta, si dicen 2 h lo son. Uno de los errores que no hay que cometer viajando allí, es seguir con tu “velocidad de crucero” estás de vacaciones, relájate y déjate llevar por el “ta-lento” local.

Despachamos rápido las maletas y pasamos el control de seguridad con paciencia, se me olvidó un pequeño cutter que por supuesto, detectaron y me quitaron. No te confíes en llevar “lo de siempre” a mano, allí no cuela.

Tomamos un vuelo de LC PERU a Cuzco, de escasa una hora, a bordo un servicio de bebidas.

La llegada a Cuzco impacta por la situación entre montañas, nada más llegar un cesto con hojas de coca te recuerda que la altura es seria. Maletas y fuera nos está esperando Carla de la agencia para darnos la bienvenida e instucciones, nos deja instalados en una furgoneta con un conductor que nos va a llevar directos a Valle Sagrado, 1h30 en la que el conductor nos fue “ilustrando” parada incluida en balcón natural, con buenas vistas.

Allí, lo más alto es Cuzco, el resto está más bajo, con lo cual, la famosa aclimatación la hicimos perfecta en el estupendo hotel Inkaterra, Hacienda Urubamba. Un espectáculo en sí misma y por la situación más el personal. Nos recibió por parte de la naturaleza, un imponente doble arcoíris de una intensidad ofensiva.

Es época de lluvias y temporada baja por tanto, si hay suerte con el tiempo, en realidad te libras de las hordas de turistas.

Cenamos en el hotel, y pudimos comprobar que la famosa cocina peruana es exquisita. El hotel cuenta con un guía para actividades variadas dentro de la hacienda, en este caso fuimos, con candiles, a ver un lugar de ofrendas a la Pachamama (madre tierra) y de paso un cielo sin igual, ya que allí no hay contaminación lumínica.

En la casita, hicimos fuego dispuesto en la estufa, con el silencio y esas sensaciones, es imposible no conciliar el sueño, caímos fulminados por la expectación.

 

LUGAR DE TELAS Y COLORES

Después de un estupendo desayuno, prácticamente solos y con unas vistas increíbles, a las 8 en punto teníamos en la puerta del hotel un coche estupendo un chofer y una guía Gladys, que nos llevó todo el día de excursión.

Primero Chinchero, nos llevaron al típico centro para turistas, tienda/demostración de artesanía, pero la verdad, es que si no es así, no te enteras de cómo tratan y tiñen las lanas de alpaca.

Allí es casi, el único lugar dónde ya puedes ver a las indígenas, vestidas con sus coloristas atuendos, bueno allí, y en puntos estratégicos dónde posan para los turistas con sus llamas y alpacas, también ataviadas para la propina.

 

 

A este respecto hay que saber que una chica que trabaja en una casa como limpiadora no llega a los 200€/mes.

Después en el mismo pueblo de Chichero hay un parque arqueológico donde empiezas a entender las piedras que vas a ver, en terrazas para sujetar o aprovechar el terreno.

De Chichero nos dirigimos a Ollantaytambo por las orillas del rio sagrado, vas por un valle en el que no tienes sensación de altura y todo lo que circunda sube de los 4000m.

Ollantaytambo es el pueblo desde dónde salen los trenes para Aguas Calientes, pero eso será mañana, hoy nos detenemos en sus escarpadas ruinas y templos. La guía, solo para nosotros, nos va instruyendo adecuadamente y contestando todas nuestras preguntas. ¡Hay que estar dispuesto a trepar por los escalones! Por si se te ha olvidado un bastón, allí te lo venden.

El pueblo es muy bonito, colonial con base de piedra del Inca que lo hace curioso, el constante transitar de turistas y vehículos indiscutiblemente, lo estropea un tanto.

De allí nos fuimos a comer a una hacienda y nos devolvieron al hotel a descansar.

La mesa de infusiones naturales recolectadas en la hacienda, es un regalo para reparar cualquier mal, a estas alturas la infusión de coca ayuda pero la de muña es increíblemente agradable.

El barman nos hace una demostración y nos enseña cómo preparar un buen pisco, bebida nacional por antonomasia y una delicia. Una mezcla de pisco, hielo, zumo de limón, clara de huevo y unas gotas de angostura. Ahí aprendo que me gusta una uva llamada “Italia” muy suave y aromática.

Cenita ligera (lo aconsejable para evitar el temido mal de altura) allí mismo, y a la cama que al día siguiente madrugamos.

MACHUPICHU, MARAVILLA DEL MUNDO

A las 6 am, esta vez, nos está esperando una taxista de la agencia para llevarnos al tren en Ollataytambo, unos 50 ́.

Al llegar al parking de la estación nos estaba esperando un guía para llevarnos a pasar el control de la estación y nos da las instrucciones necesarias para acertar con el tren, y digo esto porque en una sola vía coinciden: trenes locales y dos compañías de trenes para turistas.

Me llama la atención la organización y uniformidad perfecta de los empleados, pero aquello es un bullir, no me quiero imaginar en temporada alta. Nos montamos en un pequeño tren, solo dos coches, con ventanas panorámicas y servicio impecable, nos acomodamos en la parte de atrás con vistas.

Cada sitio tiene un mantel individual servilleta y cubiertos metálicos, toda una sorpresa. En el trayecto de casi dos horas por un derrumbe, nos ofrecen bebidas calientes y frías y un bizcocho estupendo y todo tipo de explicaciones sobre las incidencias. El paisaje y el río nos van dando cuenta de la incursión en una selva húmeda. Ahora entiendo la insistencia en la venta de antimosquitos.

Vamos hacia Aguas Calientes, pueblo al que solo se llega en tren, no hay carretera. Por la misma vía, transitamos todos y todo. Vuelvo a imaginar el follón en temporada alta.

Me sorprende de nuevo, la perfecta organización de la agencia, allí estaba también el del hotel para hacerse cargo de nuestras bolsas (las maletas se han quedado en la hacienda Urabamba y se ocupan de llevarlas a Cuzco)

Esta vez tenemos visita programada en grupo a Machu Picchu, y nos vamos directos (atravesando un mercadillo espectacular que promete) con la nueva guía y un grupo de 6 hacia los microbuses lanzadera, nos separan 8km de una pista con curvas que asciende bastante.

Entre pitos y flautas, subimos tarde y empieza a llover, vamos a ver cómo se da la visita. Está bién estudiada porque la primera visión es literalmente sobrecogedora, Machu Picchu y el Huaina Picchu en todo su esplendor.

La guía nos va explicando el descubrimiento de las ruinas, casi de milagro, las características arquitectónicas antisísmicas impactantes y la disposición inverosímil de piedras enormes como un puzle sin argamasa. Nos va indicando y tomando con precisión las preceptivas fotos en el punto exacto.

También aprendemos que el Inca era el soberano (no el pueblo) y que hubo 14.

El día aguantó incluso, brillo el sol y ¡quemaba! Mucho cuidado, estamos muy altos.

De bajada a Aguas Calientes teníamos algunos, la comida/merienda en un buffet del hotel Inkaterra, realmente bueno y reparador.

El hotel …..con una habitación con vistas al rio, perfecta y la cena incluida, otra vez sorprendente y mencionable. Llovía intermitentemente, pero el mercadillo justo enfrente, no se libró de una primera pasada.

SEGUIMOS EN MACHU PICCHU

Teníamos entrada para Machu Picchu, ya sin guía, pero el día se cerró, al llegar arriba (dónde por cierto te piden el pasaporte) llovía y las nubes impedían la vista espectacular.

Hay que saber que la entrada al parque es una, y una vez dentro se puede subir al Machu Picchu y al Huaina Picchu (el que se ve en las fotos) pero se necesitan entradas para ello y allí no se pueden comprar.

Al bajar nos enteramos que los trenes habían sufrido un retraso de 4h, que luego se fue componiendo pero que nos hizo perder el tren de vuelta, la agencia nos colocó en el siguiente y al llegar a Ollantaytambo teníamos esperando y perfectamente informados a nuestro coche y guía, nos aconsejaron que nos relajásemos porque había un atasco considerable en la calle de acceso a la estación.

Llegamos tarde al estupendo hotel de Cuzco y allí estaban nuestras maletas dentro de la habitación.

TIERRA DE INCAS

A la 1pm teníamos a la misma guía, Gladys, esperando con otro coche y conductor, para llevarnos a las ruinas de los alrededores de Cuzco y a las vistitas de museo y catedral, el final de la tarde fue pasada por agua, lluvia torrencial. Nos hicimos perfecta idea de lo que fue y es Cuzco. Verdaderamente impresionante su aspecto colonial con la base de todos los palacios del Inca. Cada inca tuvo el suyo donde vivía y donde se le enterraba al morir, con lo cual, se convertía en su mausoleo.

DISFRUTANDO DE CUZCO

Libre en Cuzco para pasear y descubrir

 

NOS TOCA VOLVER

Nos vinieron a buscar al hotel para llevarnos al aeropuerto con antelación, la guía se quedó hasta que facturamos.

Solo los locales entienden el funcionamiento de este encaje de bolillos que suponen las visitas y el transporte en un entorno imposible para ir “por libre” y muy saturado en sitios concretos.

Aconsejo totalmente servicios profesionales de calidad que, lejos de hacerte sentir “dirigido” te hacen feliz de no tenerte que ocupar de nada. Ese es el verdadero lujo que te permite disfrutar de este viaje.

 

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